Cuando la niebla, que la sumió en su paranoica ceguera durante semanas, se iba disipando por el calor de la evidencia, una alegría incongruente se iba apoderando de Malena.Alegría que le daba el alivio de saberse no engañada. No podía ser,¡ estubo tan segura esta vez!: Las evasivas a dormir con ella, la expresión de su cara iluminada por el reflejo de la desvanecida luz que emitía su monitor, aquellas direcciones de mujer, aquel número detestable que marcó para lapidar la exigua dignidad que aún pudiera quedarle. Todo la llevo a la certeza del engaño. Nacho mas compungido que enojado, todavía le intentaba explicar. Escupió contra ella dos décadas de reproches. Se sajó el alma para extraer el calvario inmerecido en el mayor número de ocasiones.Del amor que sintió, sin duda por ella,ya no le quedaba nada. Como en esos innovadores programas informáticos que van metamorfoseando la imagen de una persona en otra, lenta, imperceptible al ojo , pero efectiva y explícitamente. El verdugo se mudo en víctima. Y una compasión infinita tomó el lugar de la ira y el rencor de Malena. Dejándola absurdamente desvalida , sin argumentos.
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